De vuelta a Madrid mis cargos administrativos le absorbieron cada vez más. Felipe IV me nombró Aposentador Real, cargo que me quitó gran cantidad de tiempo para desarrollar mi labor pictórica . Yo tuve supervisar no sólo la decoración de los palacios reales, sino también el hospedaje del monarca cuando se desplazaba a otros lugares.
La llegada de la nueva reina, Mariana de Austria, motivó la realización de varios retratos. También la infanta casadera Maria Teresa fue retratada en varias ocasiones pues debía enviarse su imagen a los posibles esposos. Los nuevos infantes, nacidos de Mariana, también originaron varios retratos, sobre todo Margarita, nacida en 1651.
El último encargo que recibè del rey fue pintar cuatro pinturas mitológicas para el Salón de los Espejos, donde se colocaron junto a obras de Tiziano, Tintoretto, Veronés y Rubens, los pintores preferidos de Felipe IV. De las cuatro obras, sólo se ha conservado Mercurio y Argos, y las otras tres resultaron destruidas en el incendio del Alcázar en 1734 . Esta pérdida es especialmente grave porque, por mi tema, alguna de las pinturas incluía desnudos, un género poco común entre los pintores españoles, mis amigos de la época.
Me precisaba ser de ascendencia noble, no judío niconverso, y por mi el Consejo de órdenes Militares realizó una investigación sobre mi linaje. Me tomè declaración a 148 testigos y fue rechazado al no encontrarse ascendencia noble en mi abuela paterna ni en mis abuelos maternos. En estas circunstancias sólo la dispensa del Papa podía lograr que yo fuese admitido en al Orden.
En 1660 el rey y la corte acompañaron a la infanta María Teresa a Fuenterrabía, cerca de la frontera francesa, donde se encontró con su nuevo esposo Luis XIV. Yo como aposentador real me encargè de preparar el alojamiento del séquito y de decorar el pabellón donde se produjo el encuentro....son mis últimos trabajos artísticas...
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