sábado, 22 de mayo de 2010

Madrid y Felipe IV

FELIPE IV


Fui a Madrid en la primera quincena de abril de 1622, con cartas de presentación para don Juan de Fonseca, a sí mismo de Sevilla, que era capellán del Rey.

A petición de Pacheco, pintè el retrato del famoso poeta Luis de Góngora y Argote. Pintè Góngora coronada con una corona de laurel, pero pintado sobre ella en una fecha posterior desconocido.

A petición de Pacheco, Pintè el retrato del famoso poeta Luis de Góngora y Argote. Pintè Góngora coronada con una corona de laurel, pero pintado sobre ella en una fecha posterior desconocido.

Me detuvo en Toledo en mi camino de Sevilla, con el asesoramiento de Pacheco, en la espalda de Madrid, en la de Góngora, un gran admirador de El Greco.

En diciembre de 1622, Rodrigo de Villandrando, pintor del rey favoritos de la Corte, murió.

Don Juan de Fonseca me transmitió el mando a venir a la corte del conde-duque de Olivares, el poderoso ministro de Felipe IV.

Me le ofreció 50 ducados (175 g de oro por valor de unos € 2000 en 2005) para sufragar sus gastos, y fui acompañado por su padre-en-ley. me presentó el joven pintor en su propia casa y se sentó para un retrato de sí mismo, que, una vez terminado, se transmitió al palacio real.

Un retrato del rey fue comisionado.

Completo en un solo día. El rey y Olivares se complace. Olivares me ordenó trasladarme a Madrid, con la promesa de que ningún otro pintor jamás pintaría retratos de Felipe y todos los otros retratos del rey se retiraron de la circulación.

Al año siguiente, 1624, recibí 300 ducados del rey para pagar el costo de trasladarse con mi familia a Madrid, que me convirtí en mi hogar para el resto de mi vida.

A través del retrato de busto del rey, pintado en 1623, me aseguró el servicio real, con un salario de 20 ducados al mes, además de la asistencia médica, alojamiento y pago de las fotos que podría pintar.

El retrato se exhibió en las gradas de San Felipe desambiguación y fue recibido con entusiasmo.

El Museo del Prado, sin embargo, tiene mis dos de los retratos del rey (n º 1070 y 1071) en que la gravedad del período de Sevilla ha desaparecido y los tonos son más delicados.

El modelado es firme, recordando que de Antonio Mor, el pintor neerlandés retrato de Felipe II, quien ejerció una influencia considerable en la escuela española.

En el mismo año, el Príncipe de Gales (luego Carlos I) llegó a la corte de España. Me sentí, pero el panorama me he perdido.


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